martes, 19 de abril de 2011

11/11

El domingo mi corazón tenía forma de gato y tu curiosidad no logró matarlo. Su arriesgada felinidad, su intrepidez, se convirtió en felicidad. Ya unos días atrás venía dando saltitos de felino y ronroneando la canción de la tarde y la luna que tú oyes. Tanta obviedad crispaba su espalda y me llenaba de espanto. El antiguo dilema entre el silencio o la soledad cuando la apuesta es insegura no estuvo totalmente presente. Supiste que me gustas de una manera inusual. Tanta fue tu curiosidad que sin fijarte en mi mirada lograste que lo dijera. Yo no lo quería así ni lo imaginé tan pronto, ni supe para qué. He pasado un buen número de horas tratando de comprender el alcance de semejante novedad y espanto. La forma de gatito se desdibuja y tu curiosidad mueve mi esperanza entre dos lugares ajenos, uno, donde estás y otro donde no estás. ¿Nos volveremos a ver en una tarde que se escapa de la lluvia?

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