martes, 19 de abril de 2011

La Carta

Y bueno, por ahora tengo que verte cada jueves. Pero no me conformo. La extraña coincidencia del clima y el sol que saluda las diferencias en el azar, es lo primero. Por ahí empieza la gran historia de los abrazos. Esta sensación extraña en mis bíceps, marca la notoria diferencia entre abrazarte y abrazar a otra persona. El juego de palabras que hablan y dicen de la soledad, y del pequeño resquicio por donde se escapa la tarde compartida, y la noche escrita y reescrita, no hace más que abrir campo en la memoria. En este punto de la carta el olvido es impronunciable. No me conformo con el abrazo mínimo, ni con la palabra más pequeña, ni con la caricia más tímida. El abrigo no resume todas las partes de la noche y haber vendido mis tardes al mejor postor ya no es tan interesante. Me interesan ahora los jueves, una sensación metafísica; una extraña bienvenida al tiempo que es tan corto y tan rápido. Jueves se escribe con tu jota pero parece también que se escribe con la de jamás.
Pero no me interesan por su gramática sino por tu presencia, porque estás en ellos; porque la luz del sol viene contigo, y con esto no digo nada que no sepas. He puesto el destino en una moneda y lo has visto, pero no te convence mi apuesta, toda vez que no se trata de helado con vodka. Hoy tampoco escribí nada. Me quedé pensando en esta carta. Demasiadas o pocas palabras y tal vez demasiado medidas o demasiado ligeras. ¿A dónde escapar si conozco tu mirada? ¿Qué decir por la tarde cuando te escucho y ya no logro ver nada? ¿Qué hacer cuando reconozco tu risa y no te alcanzo? No me conformo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario