domingo, 1 de agosto de 2010

Cuantos y tantos

¿Cuántos días tienen que pasar para volver a verte? Es la pregunta del exiliado frente a su tierra y su amada. ¿Cuántos días caben en la distancia y en el silencio? ¿Cuántos días faltan para volver a sentirte? Esta pequeña memoria, que olvida la frecuencia y el humilde duelo, ya no te extraña como antes, es cierto, pero te extraña. Te recuerda. Te repite en cada hora por si de pronto se adivina el conjuro de tu presencia repentina. ¿Cuánto será el tiempo sin escucharte, sin saber de ti, sin caminar a tu lado? Esta no es la pregunta del sol a la mañana, ni la pregunta del verde a la montaña azul lejana, es la pregunta de la memoria. ¿Cuánto tiempo tendré para recordarte? Se me acabarán las ideas que he utilizado para cultivar la remebranza de tu entonación, y tu voz ya no sonará, ya dejará escapar su eco, como escapa la tinta en el mar, y los sonidos pequeños cuando llegan a lado de la voz del volcán o del río. Esta simplicidad que no habla nada, ni dice apenas lo importante, recorre las esquinas y reconoce un poco de tu perfume, que ya no sé si es el mismo que me gustó en aquellas noches de septiembre. En todo caso, estoy esperando.

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