martes, 17 de agosto de 2010

Segundas Partes

Es bueno verte. Verte me hace creyente en un mundo diferente. Un mundo diferente aunque haya frío y oscuridad, y otros temas en la agenda, y mucho trabajo. Dejo mi trabajo, mi labor cotidiana de pensar en ti, dejo de extrañarte, dejo de decirle cosas al silencio esperando que las oigas. Las oyes ahora, por eso verte está bien. Muy bien, aunque tenga que alterar mis horarios, y se altere mi respiración y la fortaleza de mi espíritu, aunque suspenda la incoherencia de mi libertad, aunque tome rutas alternas y menos rápidas. Tan acelerado estaba mi pulso, tan rápido iba mi sangre, que no sentía el frío que tú sentías. Y sentí que es bueno verte, porque vuelve la vida a algunos lugares de mi alma. Para mi alma es bueno saber de ti, aunque nada sé ahora de estos tiempos. Sé del ahora a través de ti y también del futuro. Pero no quiero hablar del futuro en el que no vas a estar, y en el que tu presencia se reduce a mi lectura de estas palabras. Leo tus gestos, tus ademanes y escucho cuidadosamente cada una de tus palabras que hurgan mi conciencia como buscándose un refugio, o que se refugian inconscientes. Esta inconsciencia me dice también que es bueno verte. Bueno, verte es como arriesgarme, de hecho es todo el riesgo que tomo dadas las actuales circunstancias. Reconocerás mi mirada circunstancial e imprecisa pidiendo una respuesta ambigua. Vivo en esta ambigüedad, que rodea la lluvia y el frío de la ciudad que compartimos. Pero no compartes conmigo el mundo que puede ser diferente.

1 comentario: