lunes, 16 de noviembre de 2009

12-8-8

Este es mi tiempo para quererte, el tiempo en el que sol pega suavemente sobre la ciudad, como si tan sólo quisiera iluminar. ¡Iluminar! ¡Por favor! Este es mi tiempo para quererte, de modo que ya no es mi tiempo sino el tiempo de otra. Tiempo de otra oportunidad quizá. Qué tipo de oportunidad es este tiempo, una oportunidad perdida, una pérdida de tiempo, un tiempo fugado en el crepúsculo. Y es que el sol ilumina pero permite el frío. Y entonces el viento hace de las suyas. Y pensar que es cierto lo dicho: la poesía hace de las suyas con el universo para recrearse una y otra vez.
Qué decir acerca de la injusticia universal?. Y no hablo de los hombres injustos alrededor del universo conocido que la profesan y la practican. Hablo del universo injusto. Puede resultar toda una locura, pero qué más podemos decir del modo en que el universo se porta respecto a los universícolas. Este tipo de injusticia, es la única contra la que no se puede luchar decididamente, es irracional. Parece la base de todas las demás injusticias. Que injusto es que no puedas quererme. Yo no diría nada si no me quisieras, pero es que no es eso. Es que no puedes. Y ese -no puedes-, que dices, parece tan profundo que correspondiera con una tarea que el universo ha asignado desde su origen a tu existencia. Y es tan real que no basta con pensar que no es cierto.
Entristezco en las tardes. Tan repentinamente como el sol se fuga entre el occidente y ocurre la inversa también, oscurece tan pronto como entristezco, no importa la hora. Ya te imaginarás que sostiene la noche, estas noches, de los últimos días, la herencia novembrina.

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