lunes, 16 de noviembre de 2009

Sobre esperanzas y pendientes

Prometí no hacerme esperanzas por tu bien y por mi bien, pero quién es capaz de evitarlas, si vienen de todas partes como la luz o como la oscuridad, como queramos verlas. Nada más está uno ahí en su casa, esperando que caiga la tarde y ellas caen con la tarde y entonces se llena uno de esperanzas y ya no sabemos cómo librarnos de ellas. Entonces hay que pensar en las esperanzas como en gotas de lluvia, y en sombrillas contra esperanzas o en ropas impermeables. Pero el algodón y los sintéticos se resisten a no tener dentro de sí un significado más allá de su utilidad. Sólo la esperanza se los brinda. Sólo el hombre puede soñar en un mundo sin esperanza. Cuando muchos dicen que no hay esperanza están haciendo hablar a la esperanza mayor, la esperanza de volver a tener esperanzas. ¿Qué espera un hombre con esperanza? Yo espero ser un pendiente en tu lista de pendientes. No es una esperanza simple, no es como la esperanza de volver a casa de quienes van a un viaje del que nunca van a regresar, porque puede que ya no estés. No es como guardar un pendiente en una caja junto a otro con la idea de tener una conversación en función de las joyas. Quiero estar pendiente en tu día, así como está pendiente respirar después del anterior respiro. Esta voluntad de pendiente es también de-pendiente. Necesita aire así como muchas otras cosas en el universo lo necesitan y ese aire es el aire pendiente.

Esta historia tiene muchos pendientes, toda está pendiente, sólo se han escrito un par de palabras y aun así fueron puestas sobre un texto estéril. Si éstas palabras y las otras no nos preocuparan, no te alertaran sobre mis sentimientos, de qué sirven propiamente semejante gasto de tiempo, semejante gasto de sentimiento. ¿De qué materia se han hecho las horas que hemos perdido olvidándonos? ¿De qué materia se hicieron el primer y el último beso entre nosotros? Pero más allá de la materia está la forma y en la forma tus intenciones. ¿Qué intenciones tenías esas noches? ¿Cuál era tu búsqueda y en qué estaban tus esperanzas? Crear esperanzas no era tu intención, pero tal vez si tu función, una que desconocías. No sabías que estabas pendiente para mí, no sabías tampoco de mis esperanzas y es probable que apenas conocieras que yo tenía sentimientos. Esta es una especie de reafirmación de que intenté no hacerme esperanzas y solucionar todos mis asuntos pendientes contigo. Sólo que tales pendientes fueron entonces definitorios para la vida de quien escribe. Así como respirar, saber de ti fue mi pendiente más urgente.

Pero respirar entonces fue como tener la esperanza de morir. Saber de ti fue, entonces y brevemente, la confirmación de que era preferible no tener esperanzas realmente, cumplir a posteriori lo que había dicho al comenzar, quererte sin hacerme esperanzas. Con este texto entrego el símbolo de mi esperanza, el par de pendientes que quedaron cerca de mi vida, aquella noche en la que fue preferible no respirar.

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