sábado, 9 de enero de 2010

He venido hasta aquí

He venido hasta aquí, un poco enamorado de tu voz y de tus palabras, que a veces son bastante buenas para la ansiedad y la soledad. Por escasas y breves, porque encuentro en ellas una ternura que no es fácil de encontrar en el universo de los que caminan y se detienen. Porque refrescan y animan al caminante o al transeúnte que está a este lado de la hoja. Porque recrean el mundo con una paciencia breve pero eterna. Pero vengo es tras tu voz, no sé que vayas a decir hoy, ni que dijiste ayer porque las palabras un poco pasan pero la voz permanece y este es mi alivio. No hay problema en que no me digas nada, pero déjame oírte por una nueva vez. Vengo desde tan lejos, porque tu voz brillaba en la oscuridad de mi ciudad distante y fría, pero escasa y apartada y descubría en esa lejura tu mirada. Usa frases largas esta vez; no permitas que un ápice de silencio se interponga entre tus palabras, pues puede perderse todo encanto fugaz de la jaula que nos provee la luna. Un murmullo esta vez, pues extraño la historia última y pronta del amanecer, en medio del sueño, que no permite distinguir cuanto no dormimos y cuanto permanecimos despiertos.

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